Esta semana el CONEVAL dio a conocer los resultados más recientes de su ejercicio para la medición de la pobreza en México. Recordemos que nuestro país adopta un enfoque mutidimensional para cuantificar dicho fenómeno, mismo que parte de dos ejes fundamentales: por un lado, está el ingreso de las personas y por otro, el ejercicio de derechos constitucionales como el derecho a la educación, a la salud, a la seguridad social, a una vivienda digna y a una alimentación adecuada. Cuando esos derechos no se pueden ejercer plenamente se dice que estamos ante una carencia social.
Los datos publicados por el CONEVAL permiten medir resultados a lo largo de toda una década. En términos absolutos y relativos, es decir tanto en número como en porcentaje respecto al total de habitantes, la población en situación de pobreza extrema tuvo un descenso de 3 millones de personas, pasando de representar el 11% de la población en 2008 al 7.4% en 2018. Lo anterior es importante ya que se trata de la pobreza que más lastima. Sin embargo, en esos mismos términos, la población que se encuentra en pobreza moderada aumentó en 3.3 millones. Si tomamos en cuenta que los 3 millones que estaban en pobreza extrema pasaron a formar parte de las filas de la pobreza moderada, podemos concluir que el conjunto denominado pobreza (suma de pobreza extrema y pobreza moderada) experimentó un crecimiento de 300 mil personas. No obstante este incremento, si tomamos en cuenta el crecimiento poblacional experimentado en los últimos 10 años, el porcentaje de personas en situación de pobreza disminuyó, al pasar del 44.4% al 41.9%. Se trata de un magro resultado, no obstante lo positivo en la reducción de la pobreza extrema. Si atendemos a la desagregación de la información, podemos observar como todas las carencias sociales disminuyeron, salvo aquella relacionada con la alimentación. Para entender este fenómeno debemos de partir del hecho -ya referido- de la incorporación de 300 mil personas al subconjunto pobreza moderada, situación que se explica, atendiendo a la información proporcionada por el CONEVAL, debido al aumento de la población vulnerable por ingresos, misma que pasó del 4.7% en 2008 al 6.9% en 2018. Una primera conclusión que podemos extraer es que sí es posible combatir a la pobreza extrema mediante programas enfocados a la reducción de las carencias sociales. La Estrategia Nacional de Inclusión (ENI) fue un importante esfuerzo de coordinación para el combate a la pobreza mediante la reducción de carencias que tuvo lugar durante la administración del Presidente Peña Nieto. En el período 2014-2018, mismo que se corresponde con la ENI, todas las carencias sociales en el país disminuyeron. Programas como PROSPERA (anteriormente Oportunidades) funcionaban razonablemente bien, Hoy, sin embargo, ya no existen. En el caso de Sonora también se advierte un descenso de carencias sociales, particularmente en materia de rezago educativo, acceso a la salud, seguridad social, así como calidad y espacios en la vivienda. Sin embargo, hemos fallado en lograr mejores resultados en los indicadores relacionados con el ingreso de las personas, variable estrechamente ligada al crecimiento económico, asignatura pendiente y en la que aún estamos debiendo. Lo anterior queda de manifiesto en el aumento que tuvo en los últimos dos años el porcentaje de la población que se encuentra por debajo de la línea de bienestar (36.1% a 36.9%), mismo que impacta carencias sociales como la relacionada con una alimentación adecuada y que explica en cierta medida a mi parecer, el ligero repunte de la pobreza en nuestra entidad durante el mismo período (27.9% a 28.2%). No obstante lo anterior y si tomamos como punto de partida la situación que se tenía en 2014, el balance para Sonora es positivo, toda vez que los subconjuntos pobreza extrema y pobreza moderada, así como todas las carencias sociales con excepción de los servicios básicos en la vivienda, han experimentado reducciones. Por lo expuesto, podemos también señalar que la estrategia de coordinación y focalización de esfuerzos para el abatimiento de rezagos da buenos resultados, pero estos son insuficientes si no se acompañan con políticas públicas que promuevan el crecimiento económico de nuestra entidad. Finalmente, no puedo dejar de mencionar el hecho de que la pobreza también es un fenómeno que se ve afectado por las altas tasas de natalidad en la población de menores ingresos y que crea una presión constante sobre todo en temas relacionados con la vivienda. Es por ello que parte de una política integral para mejorar la vida de las personas debe también enfocarse en aspectos relacionados con el control de la natalidad.
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Pocas instituciones han desempeñado un trabajo tan profesional como el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL). Se trata de un organismo descentralizado de la administración pública federal que cuenta con autonomía y capacidad técnica para la generación de información sobre la situación de la política social y la medición de la pobreza en México.
Por ello no pasó desapercibida la destitución de la que hace algunos días fue objeto el Dr. Gonzalo Hernández Licona como Secretario Ejecutivo del citado organismo, curiosamente al poco tiempo de haber apuntado que el recorte presupuestal propuesto por el Presidente López Obrador dañaría seriamente las capacidades institucionales del órgano en mención. De llamar la atención el contexto en el que se han venido dando estos acontecimientos. Hace algunos días el Presidente de la República desestimaba las señales de alerta en torno a la desaceleración y posible recesión económica en el país, señalando que se debían adoptar nuevas formas para medir el desarrollo e ignorando el hecho de que difícilmente se puede lograr este último si no hay crecimiento. Por otro lado y de forma aún más reciente, el Presidente de la República señaló que no descartaba la desaparición del Coneval y distorsionando hechos y cifras (que no tardaron en ser aclarados), introducía la idea de que en ese organismo imperaba el dispendio, por decir lo menos. Lo anterior me hace suponer que al Ejecutivo le interesa modificar la forma en la que en México se mide la pobreza: la denominada medición multidimensional, que además ha sido internacionalmente reconocida por su alto nivel de sofisticación. Esto sería así, continúo con mi interpretación, ya que el mandatario no estaría dispuesto a aceptar que un organismo público pusiera en entredicho sus ideas y creencias respecto de este problema. Parece que en el estilo personal de gobernar del Ejecutivo Federal es más importante la narrativa (aunque sea de ficción) que los hechos y los datos. Sin embargo, esta forma de tomar decisiones tiene costosos y lamentablemente estos suelen ser pagados por los que menos tienen. La mayor parte de los programas sociales de la actual administración parecen estar diseñados bajo una lógica eminentemente asistencial y orientada a la fidelización electoral. Sin un órgano con la autonomía que ha caracterizado al CONEVAL, difícilmente sabremos el impacto de la política social, más allá de discursos que en no pocas ocasiones no se diga carecen de rigor técnico, sino también lógico. Otro hecho preocupante tiene que ver con la autonomía del citado órgano. Es del todos conocido que quien asigna el presupuesto a una organización tiene un amplio poder para influir en la misma, pero este no es el único problema. Una de las garantías de autonomía técnica del Coneval reside en los Investigadores Académicos que integran su comité Directivo, mismos cuyo nombramiento fue prorrogado en 2014, en tanto la Cámara de Diputados nombrara a los miembros del ahora denominado Consejo General. Lamentablemente la Cámara nunca efectuó su cometido. Ahora, con una mayoría legislativa afín al Presidente de la República, es lógico anticipar que pronto se habrá de renovar dicho Consejo, con el peligro que para la neutralidad técnica supondría la llegada de personas con fuertes compromisos políticos. Por su parte el Dr. José Nabor Cruz Marcelo, nuevo Secretario Ejecutivo del Consejo, se comprometió a que seguirán operando bajo criterios de autonomía. Reto nada fácil, sobre todo por la manifiesta debilidad institucional que ha quedado de manifiesto. Por lo pronto es justo otorgarle, no sin reservas, el beneficio de la duda. En este espacio de el “Laboratorio de Ideas” seguiremos atentos la evolución de este tema, pues por el bien de México: primero los pobres. |
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September 2020
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