Pocas instituciones han desempeñado un trabajo tan profesional como el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL). Se trata de un organismo descentralizado de la administración pública federal que cuenta con autonomía y capacidad técnica para la generación de información sobre la situación de la política social y la medición de la pobreza en México.
Por ello no pasó desapercibida la destitución de la que hace algunos días fue objeto el Dr. Gonzalo Hernández Licona como Secretario Ejecutivo del citado organismo, curiosamente al poco tiempo de haber apuntado que el recorte presupuestal propuesto por el Presidente López Obrador dañaría seriamente las capacidades institucionales del órgano en mención. De llamar la atención el contexto en el que se han venido dando estos acontecimientos. Hace algunos días el Presidente de la República desestimaba las señales de alerta en torno a la desaceleración y posible recesión económica en el país, señalando que se debían adoptar nuevas formas para medir el desarrollo e ignorando el hecho de que difícilmente se puede lograr este último si no hay crecimiento. Por otro lado y de forma aún más reciente, el Presidente de la República señaló que no descartaba la desaparición del Coneval y distorsionando hechos y cifras (que no tardaron en ser aclarados), introducía la idea de que en ese organismo imperaba el dispendio, por decir lo menos. Lo anterior me hace suponer que al Ejecutivo le interesa modificar la forma en la que en México se mide la pobreza: la denominada medición multidimensional, que además ha sido internacionalmente reconocida por su alto nivel de sofisticación. Esto sería así, continúo con mi interpretación, ya que el mandatario no estaría dispuesto a aceptar que un organismo público pusiera en entredicho sus ideas y creencias respecto de este problema. Parece que en el estilo personal de gobernar del Ejecutivo Federal es más importante la narrativa (aunque sea de ficción) que los hechos y los datos. Sin embargo, esta forma de tomar decisiones tiene costosos y lamentablemente estos suelen ser pagados por los que menos tienen. La mayor parte de los programas sociales de la actual administración parecen estar diseñados bajo una lógica eminentemente asistencial y orientada a la fidelización electoral. Sin un órgano con la autonomía que ha caracterizado al CONEVAL, difícilmente sabremos el impacto de la política social, más allá de discursos que en no pocas ocasiones no se diga carecen de rigor técnico, sino también lógico. Otro hecho preocupante tiene que ver con la autonomía del citado órgano. Es del todos conocido que quien asigna el presupuesto a una organización tiene un amplio poder para influir en la misma, pero este no es el único problema. Una de las garantías de autonomía técnica del Coneval reside en los Investigadores Académicos que integran su comité Directivo, mismos cuyo nombramiento fue prorrogado en 2014, en tanto la Cámara de Diputados nombrara a los miembros del ahora denominado Consejo General. Lamentablemente la Cámara nunca efectuó su cometido. Ahora, con una mayoría legislativa afín al Presidente de la República, es lógico anticipar que pronto se habrá de renovar dicho Consejo, con el peligro que para la neutralidad técnica supondría la llegada de personas con fuertes compromisos políticos. Por su parte el Dr. José Nabor Cruz Marcelo, nuevo Secretario Ejecutivo del Consejo, se comprometió a que seguirán operando bajo criterios de autonomía. Reto nada fácil, sobre todo por la manifiesta debilidad institucional que ha quedado de manifiesto. Por lo pronto es justo otorgarle, no sin reservas, el beneficio de la duda. En este espacio de el “Laboratorio de Ideas” seguiremos atentos la evolución de este tema, pues por el bien de México: primero los pobres.
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September 2020
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